martes, 23 de septiembre de 2014

Sueños de Muerte [Capitulo IIA]


II

“Los títeres del destino pueden cortar sus cuerdas, lo que pasa es que nunca se han percatado de su condición”
(El Espantapájaros)


Sighild miraba intensamente el frió paisaje que se extendía tras el gran ventanal de cristal y mármol coronado con el escudo del pacto de los siete, aquel adornado ventanal la separaba a ella, al “Dios” de la obra, su obra. Miraba su creación con una vehemencia inusual, parecía que el paisaje a hubiese hipnotizado, aquellas pequeñas luces y la gran luna que velaba por el mundo en el cielo la tenían ensimismada hasta el punto de dar la impresión que ella misma deseaba perderse en el producto de su exhaustivo trabajo, seguramente lo que se cernía en la mente de aquella hermosa dama repercutiría en todas las existencias.

-Así sea- Murmuro mientras despegaba sus extraños ojos carmesí de aquel engañoso espejismo.

La puerta del salón crujió levemente, Sighild a pesar de la difusa luz que iluminaba el cuarto pudo columbrar la apenas perceptible figura de Kriem, la hermosa chica de cabello cobrizo y mirada vivaz que actualmente le servía.

Viene ataviada para la lucha” pensó Sighild luego de detenerse en la ornamentación de la muchacha, llevaba el peto de acero finamente adornado con motivos tribales y del citaron le colgaban dos espadas, una representativa de adepta Earbenet y la otra mas corta había sido un regalo de la mismísima Sighild cuando había ingresado a su servicio.

-Mi dama…- vacilo Kriem -Se han confirmado dos intrusos de procedencia desconocida-

La Siranta chasqueo los dedos, de súbito se encendieron todas las luces de la lujosa estancia dejando al descubierto la opulencia y la extravagancia propia de la diosa, la chica volteo enfurecida, apoyo una de sus manos contra el cristal, de alguna forma ya esperaba esta noticia…

-¡Ilusos! – restallo, golpeando una pequeña caja musical tallada en madera, la que al caer al suelo se abrió y comenzó a producir una triste melodía, Kriem reparo en el pequeño artefacto pero no estaba dispuesta a mostrarse tan sumisa como para recogerlo.

-¡Has algo, pero tráelos ante mi con vida!- trono de nuevo la Siranta.

La sensual colorina frunció el entrecejo, notando que su superiora había dicho más de lo que podía permitirse, esta conducta era usual en ella… por que siempre estaba sola… y no estaba acostumbrada a no confiar en nadie…

-¿Vivos mi dama? ¿Acaso puedo traerlos de otra forma? ¿Además por que debo ir yo? ¿no bastaría con que movilice a las tropas? Son solo dos contra cientos…. –

Sighild ahora consciente de su indiscreción no tubo mas elección que dar las explicaciones pertinentes, con cierto desdén le hizo una mueca a Kriem indicándole que se acercara, la joven que había permanecido quieta en el umbral se acerco lentamente, la habitación era tan grande que incluso la majestuosa figura de la Siranta se hacia insignificante “Si de verdad fuese Dios…” pensó Kriem “Su presencia tendría que inquietarme” Cuando se encontró lo suficientemente cerca de la Siranta reparo en el suelo húmedo y en el cristal manchado de diminutas gotas de agua, a pesar de que la luna ahora se hacia presente en el cielo casi despejado era evidente que hace un rato había llovido y también se hacia evidente que la Diosa había disfrutado del agua, jamás entendería su extraño comportamiento.

-Te he comentado varias veces la existencia de los hombres de los hielos del norte ¿No?- hizo una pausa para que la chica asintiera y luego retomo la palabra –Pues también debes saber que ellos pueden usar y recuerdan su derecho a perecer.-

Kriem abrió su boca y la cerro rápidamente sin que ningún sonido escapara de su garganta en señal de sorpresa, mientras comprendía que tal vez esos insignificantes intrusos formaban parte de los clanes de los malditos hombres de los hielos.

-Ahora redúcelos Atrekks y no vuelvas hasta que lo consigas de todas formas Iners ya se debe estar ocupando de ellos- Ordeno en un tono autoritario, mientras volvía a chasquear los dedos apagando las luces y dando por concluida la conversación, se inclino para tomar entre sus manos la cajita musical para luego retirar de una estantería un arpa sintética en la cual entono entre los destellos plateados que caracterizaban al instrumento la misma melodía que hace bastante rato tenia de los nervios a su servidora.

Kriem pensaba que era absurdo e innecesario que se encargaran Iners y ella de dos intrusos por que mal que mal ambos eran los mejores guerreros desde hace bastante tiempo, Iners incluso desde los albores de la era, pero como la Siranta era caprichosa y tenia el suficiente poder para hacerse escuchar se limito a murmurar un “bien” mientras se colocaba los guantes negros que traía en uno de los bolsos que llevaba ceñidos a su cintura en tanto mostraba una insidiosa sonrisa en su rostro –Tal vez sea interesante… -

Cerro la puerta dejando escapar un estrepitoso sonido, irradiaba felicidad, no había nada en el mundo que excitara mas a esta atrayente chica que el sonido seco de dos espadas confrontándose, deseaba encontrar a los intrusos (si es que los guardias aun no los habían destrozado) todo su cuerpo le exigía una batalla, avanzaba apresuradamente por los innumerables pasillos, buscando, esperando… Sabia que estarían cerca, lo podía percibir en el aire “después de todo soy una cazadora” pensó.

Se deslizo como una sombra por una escalera de caracol exquisitamente decorada, hecha de piedra y hierro, nunca había entendido el gusto enfermizo de la Diosa por este tipo de decoración después de todo habían elementos mas funcionales y modernos que aquellas extravagantes piezas…

A medida que iban quedando menos escalones se fue revelando el premio final, en el rellano de la escalera se encontró frente a frente con un chico un tanto mayor que ella, una verdadera obra de arte un cuerpo esculpido seguramente por años de entrenamiento, boca y mentón firmes, ojos penetrantes y cabello teñido de un rojo intenso que resaltaba el blanco de su piel virgen del sol. Si, era seguro que se trataba de un encantador espécimen de los hombres de los hielos del norte, lo cual era una lastima por que un hombre con su cuerpo seria más útil para otro tipo de batallas…

El chico la miro fijamente sin reparar en el sinuoso cuerpo de la joven, apoyando su mano izquierda en la empuñadura de su espada, su mirada era fría e imponente, tan solo sirviéndose de ella ordenaba que se apartaran de su camino.

-Mira que mal educado eres- pronuncio juguetonamente la joven - ¿Qué no te enseñaron modales los salvajes de los hielos? Entrar así a el casa de una mujer soltera… Eso da que pensar, tal vez podrías remediar un poco tu conducta revelándome tu nombre ¿No crees?-

El joven la miro de hito en hito un tanto desconcertado, mientras la observaba pudo percatarse que ella era el instrumento perfecto de la lujuria, pero a pesar de la clara arma carnal a la que representaba no parecía peligrosa y no era lo suyo herir a las mujeres…

-Bellatorius* mi dama- respondió finalmente -¿Ahora que ya conoce mi nombre, puede dejarme pasar?-

-No creas que soy tan fácil- dijo enarcando una ceja y depositando su mirada lasciva sobre él –Además tengo mis intereses ¿Sabes? No todos los días encuentro alguien digno para mi colección, así que… ¡Desenvaina!-

Tomo su espada de mayor longitud y en una forma particularmente amenazante avanzo hacia su contrincante.

-¡Oh, wau! Intentaras dañarme con ese baculo de adepta Earbenet. Busca un arma real y ve a practicar que yo no lucho con niñas- rio burlonamente Bellatorius mientras le daba despreocupadamente la espalda.

-Oh ¿Por qué?- pregunto ella con una insinuante voz -¿Preferirías hacer algo más conmigo?-
El joven se volteo cansado de tanto juego.

-¿Quién sabe? En todo caso hoy no tengo tiempo así que si no te molesta seguiré mi camino-
Kriem corrió hacia él dando un espectacular golpe seco por sobre la cabeza del chico que gracias a su riguroso entrenamiento había logrado desenvainar a tiempo.

-¡No me obligues a dañarte!- Restallo intentando sacarla de su camino mas se encontró una y otra vez con la espada de la chica que le impedía avanzar, Bellatorius se sentía abrumado por el hecho de medirse con una dama, esto no le complacía en absoluto y Kriem a pesar de tener cierta ventaja por este hecho se veía un tanto dubitativa en sus ataques, por que tenia que mantenerlo con vida, a veces olvidaba que los humanos eran tan frágiles antes de que la era comenzara, sentía en el alma no poder usar sus pistolas Griden en la lucha, aquellas poderosas armas abrían definido la lucha en no más de tres minutos…

Kriem que comenzaba a ser absorbida por el calor de la lucha daba cada vez estocadas mas furiosas, mientras sonreía insidiosamente sin perder su pose altiva, Bellatorius hacia lo posible por evitarla, pero… si seguía así seria incapaz de ganar.

El joven vacio su mente y respiro profundamente esperando ver el hueco en la defensa de su oponente que se formaba cada vez que lo atacaba, ella intento alcanzarlo con su espada pero inmediatamente el se abrió paso por su defensa hiriéndole el brazo derecho para que fuera incapaz de tomar la espada. La sangre de Kriem se esparció rápidamente por su delicada tez, la chica deslizo sus dedos por la herida para luego llevárselos a la boca, la culpa se asomo en la expresión que tenia el chico, no era de hombres herir a una dama, pero la muchacha ignoro la culpa de su adversario y se limito simplemente a cambiar el arma de brazo, para luego reanudar la lucha con mayor intensidad, esta no daba indicios de acabar, pero aquel clamor incesante de los excitados cuerpos se disipo cuando un ruido sordo advirtió que se acercaba alguien.

-¡Iners! Exclamo Kriem mientras se arrojaba al suelo aferrando su mano izquierda a la herida antes propinada luciendo una expresión de dolor en su rostro.

Bellatorius retrocedió desconcertado, ella se veía tan vulnerable, tan extrañamente inocente que el desconcierto no lo guio a mirar la figura que ahora se hacia visible ante e hasta que fue demasiado tarde, cuando Kriem se dirigió a él.

-Iners… lo lamento, el… me venció, es muy fuerte…- balbuceo Kriem –¿Cambiemos?- propuso mientras le entregaba a Bellatorius una sarcástica sonrisa.

Cuando el colorín fijo su vista en Iners quedo paralizado ya que el hombre traía sobre sus hombros a un chico que Bellatorius pudo reconocer como…

-¡Egomet!-

Iners accedió a la propuesta de Kriem con una mueca vacía mientras el otro chico se abalanzaba furioso contra el, pero Iners desenvaino lo suficientemente rápido para que el intento del joven por tomar ventaja fuera fallido, Kriem en tanto, se apoderaba del cuerpo del otro chico que Iners había dejado caer al suelo, para salir con celeridad del campo visual de ambos hombres.

-¡Maldición!- clamo Bellatorius desesperado sin poder evadir a su nuevo contrincante “Se lo llevan” pensó mientras blandía su espada con todas sus fuerzas, deseaba destrozar a Iners pero algo le llamaba profundamente la atención, tenia el cabello azul… Como un hombre de los hielos… Pero mas importante aun... Kriem… Kriem se las pagaría, había cometido un error a causa de su ego, la había subestimado y ahora Egomet pagaría las consecuencias, la próxima vez no se mediría.
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Bellatorius*: se pronuncia como doble L y no como con sonido de Y, por lo tanto es algo asi como Bel-latorius.

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