martes, 23 de septiembre de 2014

[I] Estrella de Plata

I

“El mundo es de la gente de convicciones firmes y alma pura, dispuesta a recibir a dios, los demás deben perecer”
El Mesías I, Antes de la Revuelta

La noche estaba Fría y corría una molesta briza húmeda que incomodaba perceptiblemente a el Maximus Dión Griken, las enormes ventanas estaban abiertas de par en par, pero no el no las cerraría, su elevada posición no le dejaría pensarlo ni por el mas mínimo de los momentos, y por ahora le era imposible llamar a uno de los tantos robots estándar que tenia para que lo hiciera, esto produciría una oleada de desconfianza en su interlocutor que haría que la relación también se enfriara y será mas difícil lograr el propósito que tanto ansiaba y que por años había esperado.

La sala donde había recibido al Maximus de Durkerfor era una de las mas hermosas de todo su palacio, el techo estaba a mas de treinta metros sobre las cabezas, las paredes eran de un gris casi negro, hechas de piedra con una arquitectura un tanto gótica, si bien era cierto que tenia un aspecto frio, esto quedaba relegado a segundo plano ya que la mayoría de los palacios tenían su propio clima, aunque esta vez la ventana abierta estuviera interfiriendo…

El Maximus iba ligero de ropa aunque bastante formal para la ocasión, tenia su corto pelo recogido en un pequeño moño apenas perceptible lo que dejaba al descubierto la línea de su cuello, normalmente cuando lo traía suelto, este no tenia una extensión considerable, es decir, podía seguir pensándose que aquel guapo hombre de bucles dorado lo llevaba corto, pero siempre era bueno tener una extensión lo bastantemente amplia para poder cortársela si la vida lo golpeaba con un duelo.

La cena había transcurrido con normalidad, habían tratado los mismos asuntos banales que el protocolo exigía y habían comido lo que sus votos de frugalidad les exigía, pero ahora venia la parte que Dión ansiaba, y esa era llegar al meollo del asunto, ambos sostenían su copa de vino, –los votos de frugalidad eximían al vino- Durkerfor con una actitud algo tosca y preocupada mientras que Dión intentaba mostrarse complacido con su presencia, El mayor de una facciones menos brillantes y unos ojos que escrutaban hasta el mas ínfimo detalle, se mostraba reticente a tomar la palabra, no quería ser engañado y aun cuando llevaban meses –casi años- negociando del asunto seguía mostrándose desconfiado, a Dión le tocaría dar el paso…

-Como es evidente tu presencia me tiene complacido, pero hay asuntos que me pesan, y esos creo amigo mío, son los mismos que a no te dejan dormir por las noches. Todos los hombres de Idarg deberían estar preocupados por los mismos asuntos, pero no es así… y todo por culpa de la corrupción de la que nuestros jóvenes son presas-

Durkerfor que lo escuchaba atentamente no pudo evitar hacer una mueca notando que Dión se eximia de “nuestros” jóvenes, siendo que el era uno de los Maximus con menos edad dentro de la asamblea, apenas 32 años, y tenia el poder suficiente para cumplir sus caprichos, sin padres ni hermanos, con apenas medio puñado de familiares relativamente cercanos con un status definitivamente menor al que el poseía, si había una situación ideal para corromper a alguien esa era la situación de Dión, pero el se mostraba inmune, y aun mas, se mostraba como un iluminado por la mano del actual mesías, el mesías XXXVII.

El rubio decidió ignorar la mueca, pero tomo un apunte mental de ella, y continuo hablando.

-No destruimos toda la humanidad que se encontraba atascada en su mediocridad para que un hereje intentara atascarnos a nosotros, los hombres del mañana-

Había que reconocer que era un orador excelente, mientras hablaba sus ojos brillaban intensamente pero su receptor decidió que ya era momento de intervenir.

-Dión, tengo treinta primaveras mas que tu y comprenderás que yo mismo he visto como mis propios camaradas han caído presas de Erena y sus juguetes- Su tomo muy distinto al de Dión era mesurado repleto con una calma infinita, movía poco sus manos, pero traían consigo sus gestos una dignidad que era muy difícil no admirar - la humanidad que destruimos estaba muerta, y no consideramos justo esclavizarlos, por que seremos superiores, pero dios nos ilumina, sin embargo es penoso ver que Erena allá sobrevivido tantos años a través de sobornos, la manzana podrida siempre ha estado junto a nosotros, pero si acabamos con ella le será imposible contagiar al resto y no viviremos con este cargo de conciencia, finalmente hay que mostrarse piadoso con los esclavos de Erena, nosotros sin darnos cuenta los sumergimos en esta situación. Aquí tienes la llave-

El Maximus Durkerfor extendió su mano y mostro un pequeño artefacto dorado que decía “Erena” la letra parecía antigua, pero la llave era nueva, se notaba que jamás había sido usada. Entonces tanto el que entregaba la llave como el que la recibía arrojaron sus copas al fuego de la chimenea, sellando un pacto, Luego Dión recibo la llave y apretó el puño, deseando haber tenido una hermana para ofrecerle a Durkerfor.

Cuando se volvió a encontrar solo en la estancia, llamo para que cerraran las ventanas.

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